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Puerto de Buenos Aires: El grupo Maersk no aprendió las lecciones de la historia

04/22/2020

Históricamente el Puerto de Buenos Aires ha sido un escenario de disputa geopolítica y comercial. Luego de su privatización en la década de los  ’90 el avance de las multinacionales ha sido permanente para adueñarse, de cierta manera, del manejo indiscriminado del comercio exterior argentino. Es difícil hablar de soberanía nacional si se excluye al puerto más grande del país y se lo deja a merced de la voracidad mercantilista de las multinacionales.

Con su discurso rentístico, en la actualidad, existen empresas que aprovechan la situación de crisis para instalar políticas comerciales desleales tendientes a monopolizar la carga del Puerto Federal. Es el caso que promueve la empresas Maersk, la mayor accionista de la Terminal 4-APM Terminal.  La integración vertical, que este grupo económico pretende imponer, pone en peligro la estructura general del puerto más importante del país. Esta política consiste en vaciar de carga a otra de las empresas que disputa el espacio comercial en el ámbito. Con lo que la Terminal mencionada pasaría a tener el dominio del más del 70 % del mercado nacional.

En frente está DP Word que opera las Terminales 1, 2 y 3. En su momento supo ser la gigante comercial del Puerto de Buenos Aires pero diversos factores de competencia la fueron debilitando, hoy está reducida a una dependencia patológica con navieras que optan operar con el mejor postor. En medio de una selva comercial los capitales solo forjan empatía con los capitales. ya en el 2018, Terminales Río e la Plata jugó a presentar un preventivo de crisis, bajo esa excusa, intentó reducir si plata laboral. La resistencia y la lucha de los trabajadores portuarios nucleados en la FeMPINRA evitó que se perdieran casi 200 puestos de trabajo.

Las posiciones dominantes fueron cambiantes el dicho ámbito. Históricamente ante advenimiento de alguna crisis el sector empresarial, que suele cocinar su estofado prescindiendo del Estado, ha pretendido que sean los trabajadores los que paguen los platos rotos de la fiesta. Esta puja intra-comercial vuelve a montar un terreno pantanoso en el puerto. En esta instancia se puede quebrar definitivamente la endeble paz social y se terminará de desestructurar el puerto. Un anhelo siniestro pergeñado por oscuros lobbistas como Gonzalo Mórtola, ex titular de la Administración General de Puertos .

Maersk hoy tiene una relación de fuerza muy dispar con su competidora directa. El haberse cargado con las acciones mayoritarias de la naviera Hamburg Sud fortaleció su posición de privilegio, por eso hoy reclama para la Terminal 4 el barco de dicha empresa que opera en Terminales Río de la Plata. ¿Qué implica esto? Que se pongan en riesgo 800 fuentes de trabajo. Es decir son los trabajadores portuarios los que han quedado, sin quererlo, en una medio de una tormenta comercial que amenaza con descartarlos si el temporal no es campeado a tiempo.

Por eso comienza a ser clave la intervención el Estado. La semana pasada bajo la modalidad de videoconferencia los dirigentes sindicales de la FeMPINRA mantuvieron un encuentro con el Ministro de Transporte, Mario Meoni y José Beni de Administración General de Puertos. Los representantes del Gobierno Nacional anticiparon que la gestión no se inclinará por la defensa de los intereses empresariales por lo que se descarta que se impone la decisión de preservar los puestos de trabajo.

AGN Prensa Sindical consultó al Secretario General Adjunto Ferroportuario de la Asociación del Personal de Dirección de Ferrocarriles y Puertos, Leonardo Salón. El dirigente calificó el encuentro como positivo y expresó que “hay una postura de concordancia entre todos los sindicatos que integramos la FeMPINRA y es que el Estado tiene que tener un rol preponderante en la situación que se están dando entre estas dos terminales”. 

“Esta no es un mera discusión entre privados sino que hay una integración vertical de  Maersk que pretende generar una situación monopólica, que es contra lo que luchamos durante toda la gestión pasada”, manifestó el sindicalista.

Salom agregó que “mal está hablar del la libre competencia, como sostienen desde APM en algunas de sus declaraciones donde se habla de que el libre mercado era así. Claramente esto no es libre mercado, hay una clara intención de que no exista el libre mercado sino que exista un monopolio y hay una movida, en ese sentido de APM”. 

Si el proyecto político argentino es buscar la independencia económica ¿es pertinente dejar en manos de decisiones empresariales, que no representa al capital nacional, el Comercio Exterior? ¿Se puede permitir que los caprichos personales de los CEOS de estas empresas sean la columna de una diputa que involucra el futuro de más de mil familias?

Es evidente que en este contexto de crisis no se puede apelar a la sensibilidad de las empresas multinacionales. El Puerto Federal de Buenos Aires supo ser, en distintos momentos de la historia, ejemplo de soberanía política e independencia económica. Hoy es un abrevadero de capitales extranjeros que se miran el ombligo después de haberse enriquecido a costillas del desamparo de los trabajadores de manera egoísta.

Ni Maersk ni DP World están en la indigencia. Tampoco lo están sus CEOS.  Los únicos que de verdad están en reisgo, por la voracidad del capital transnacional, son los trabajadores. Los portuarios han demostrado que las batallas se pueden ganar aun en los planos más adversos. De la misma manera que lo comprenden las organizaciones sindicales de la FeMPINRA.  Nadie se salva solo, la realidad económica mundial lo está demostrando, aunque algunos sigan creyendo que a ellos los salva el dinero. La dignidad no se compra, no se vende. Esa es enseñanza histórica de la clase trabajadora argentina que el grupo Maersk debería tomar en cuenta.