Recordar a Eva Perón a 68 años de su fallecimiento es una manera de mantener viva esa práctica que nos dejara de enseñanza, el compromiso con quienes menos tienen.
Imaginar por estos días a Evita, en un ejercicio que nos permitiese tenerla entre nosotros en esta especial circunstancia derivada de la pandemia de coronavirus, nos llevaría a verla pidiendo que nos cuidemos, que le prestemos especial atención a los niños, los ancianos y los más vulnerables; querría que preserváramos la vida como valor supremo; y reclamaría dejar de lado intereses mezquinos, cálculos políticos chiquitos, en aras de tirar todos juntos del carro, para sacar a la patria de esta encrucijada.
Evita llamaría a levantar puentes y derribar muros, para encontrar acuerdos en los temas que nos unen y superar los que nos dividen; con la mirada puesta en el futuro, para las nuevas generaciones, y no tanto en el pasado, donde los viejos rencores nos seguirán inmovilizando.